Sobre el autor

Granollers, 1962. Pedagogo. Escritor humanista. Profesor de Comunicación. Consultor. Melómano. Amante de la naturaleza, especialmente de las montañas, los árboles y los perros.

Autobiografía

Xavier Guillamet

Soy un baby boomer del 62, época del Seat 600 y de la televisión en blanco y negro. Tiempo de dictadura y libertades reprimidas. Hijo de familia trabajadora y de barrio humilde. Un accidente marca mi infancia: con un año y medio tomo sosa cáustica que me quema parte del aparato digestivo. Los hospitales son mi hogar y los médicos y enfermeras mi familia. Los libros, el pasatiempo de cama preferido. Sobrevivo gracias a los continuos cuidados de mi madre, Emilia, a quien le debo la vida varias veces.

Una curación repentina en una peregrinación a Lourdes, a los once años, me libra del sufrimiento. Juego al fútbol, a polis y a ladrones y a tirarnos pedradas ¡los de un barrio contra el otro! La calle es también mi escuela, aparte de los escolapios. Ya curado, paso por una difícil adolescencia. Nada de lo que tomo ni nada de lo que hago me ayuda a llenar las soledades, ni tampoco a superar los miedos. Soy un joven perdido, sin ruta ni horizonte. La frialdad entra por la puerta de mi corazón y la fe huye, asustada, por la ventana pequeña de atrás, sin darme cuenta. A veces me digo: «No lo repetiría». Pero ya está hecho. Ahora intento sacar provecho de todo ello para comprender, y ayudar si me dejan, a los que pasan por situaciones parecidas, que no son pocos. En resumen, salgo herido de la infancia, pero no por la enfermedad, sino por el desamor.

Ya de adulto. Convivo en un matrimonio fracasado, con el consiguiente divorcio y su posterior nulidad. La conversión vivida a los treinta y nueve años produce efectos contundentes. Dejo una carrera profesional de éxito porque no quiero ni meetings ni más aviones. Paso de llevar un buen coche a uno destartalado, cambio la corbata por una camisa de cuadros y dejo de pensar en el dinero para hacerlo en el amor. Ya separado, hago de padre de mi hijo, Gerard, y me preocupo por mi familia. Por primera vez empiezo a tener amigos de verdad. Así, hasta que me caso con Clara, que junto a mi madre y mis dos hermanas son las cuatro mujeres que han marcado, para bien, mi vida. Con ella, llegan otros tres hijos que me enseñan la difícil lección de ser padre. Me hacen abuelo de un nieto y dos nietas maravillosos. Con la fe reencontrada, por fin, desaparece el vacío. Además, me siento amado y tengo a quien amar.

A los 50’s estudio la carrera de pedagogía. Las guerras y la palabra son los catalizadores de cambio social más potentes que existen. Mis armas son un rotulador y una pizarra, no las balas de cañón. A estas alturas de la vida sólo tengo un objetivo: ser una buena persona capaz de amar sin juzgar. De una u otra manera, directa o indirectamente, de todo esto hablan los libros que escribo. Soy un convencido de que el mundo sólo puede salvarse de su incierto futuro gracias a la ética. La ciencia la necesitamos, pero con todos sus esfuerzos e inversiones es incapaz de sanar la codicia humana; la política tampoco puede. No hay ninguna pastilla, ni ley democrática, que puedan frenarla. Tampoco hay ninguna medicina que arregle el actual ‘todo vale’. Sólo con la educación ética y con la apertura de la conciencia espiritual de cada hombre y de cada mujer de buena voluntad podremos cambiar éste sin rumbo actual.

He vivido, pues, dos vidas: una oscura, sin camino ni destino; otra llena de vigor, de luz, de propósito y de horizonte. ¿La diferencia entre las dos formas de vivir? Sólo una: la fe. ¿El fruto? El amor. ¿El secreto? Las enseñanzas de Jesús. Los obstáculos antes eran motivo de frustración; ahora son objeto de superación. Por fin, hoy, soy un hombre liberado de tantos miedos y tengo fuerzas para luchar contra los que todavía frenan mis ilusiones.

Libros

Viatge al centre de l'ego

Viatge al centre de l'ego

Viaje al centro del ego

El guerrer
de la pau

Els camins
de l'amor

La libertad
del no

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